Casos de acoso escolar llegan a 73,261 entre el 2023 y 2024

El Ministerio de Educación (MINEDU), por su parte, reportó 20 mil denuncias como violencia física, psicológica y sexual entre el 2023 y el 2024, de los cuales solo 2 de cada 10 casos han sido resueltos.


Alumnos de primaria acorralan, graban y se burlan de su compañera de aula I Autor: RPP Noticias, 2024


Mikela de 12 años no quiere ir al colegio, su psicóloga sugiere que pueda estar generando una fobia a la escuela. Durante los últimos meses, sus compañeros la estuvieron acosando y agrediendo verbalmente mediante las redes sociales. Ante ello, la escuela y sus docentes poco han hecho al respecto. Esta es la situación que se vive en el país donde el acoso escolar, popularmente conocido como “Bullying”, es una realidad y se presenta como un problema que afecta a los niños peruanos, su aprendizaje y desarrollo. Según el Ministerio de Educación (MINEDU), 20 mil denuncias han sido reportadas entre el 2023 y el 2024, en las cuales, al menos, 8 de cada 10 casos no han sido resueltos. Desgraciadamente, solo el 2% de colegios públicos cuenta con personal de psicología. Demostrando lo poco preparados que están los colegios para atender y contrarrestar el acoso escolar.


El colegio es el lugar donde los niños y niñas aprenden sobre el mundo que les rodea, un espacio seguro donde puedan desarrollar sus habilidades sociales, emocionales y motoras, así como adquirir conocimientos fundamentales para su futuro. En su institución educativa, sea del tipo que sea, se busca que aprendan a relacionarse con los demás, a expresar sus emociones y a controlar su cuerpo mientras forman su carácter a través de los valores instruidos: la responsabilidad, el respeto, la tolerancia y la solidaridad. El colegio es el segundo hogar de los niños, en donde los docentes son sus guías y compañeros durante los 11 años de coexistencia en los que crecen y buscan definir quiénes son, cómo son y qué quieren ser. Lamentablemente, la realidad de los colegios en Perú está muy lejos de este escenario ideal, la cual cada vez más es difícil de sobrellevar.


El caso de Mikela, una niña muy alegre y espontánea, refleja uno de los tantos problemas que habitan en el sector educativo peruano. Sus propios compañeros de promoción y algunos de un grado mayor la agreden por ser muy cariñosa y, en muchos casos, han llegado a tildarla de persona tóxica y lesbiana. En el 2022, Mikela había culminado su 5to año de primaria de forma satisfactoria. Sin embargo, producto de la pandemia y la migración al entorno virtual, se creó una tendencia tóxica en su ambiente escolar.


“Empezaron a surgir, como ella los llama, “grupitos” … No eran solo grupos como tal, eran uniones, alianzas, en las que excluían a los demás y mi hija, bueno, siempre tan amable con sus compañeros, era amiga de todos, pero mejor amiga de nadie … Con el tiempo, los egos de los grupos se volvieron un problema mayor, empezaron a chocar, todo acababa en conflictos, cada vez más constantes, y lastimosamente las consecuencias caían inevitablemente en quienes no tenían un grupo donde refugiarse”, comentó Cristina Flores, la madre de la víctima.


Insultos, burlas, traiciones y escenarios incómodos donde destacan la exclusión y la indiferencia conforman el contexto al que tuvo que hacer frente Mikela. Todo esto mientras intentaba mantener aquellas amistades que, poco a poco, la dejaban de lado. Los comentarios y fotos compartidas por sus compañeros la marcaron tan profundamente que,  para continuar sus estudios ese fin de año, cambiarse de colegio se presentó como la mejor opción. Con su ingreso a un nuevo centro de estudios, se esperaba que pudiera empezar de cero y hacer nuevos amigos, pero se encontró con la misma realidad educativa, reviviendo los peores recuerdos de su etapa escolar.


Mikela no es la primera niña ni la última vista en este tipo de situaciones en donde el acoso escolar parece perseguirla. 


De hecho, este puede presentarse en distintas formas. Según Jannise Gallo, psicóloga con experiencia en el sector privado y en el sector de educación pública, el
bullying es un comportamiento violento y repetitivo hacia uno o hacia un grupo de estudiantes. Es decir, la existencia del bullying implica, sin excepción, que un ser humano se vea vulnerado, a quien se le conoce como víctima. 





Siempre existe una desigualdad de poder entre el agresor y la víctima, quien tiende a ser una persona incapaz de defenderse de los abusos propiciados por el agresor. Dentro de los tipos de violencia, se encuentra el de carácter físico que va desde los golpes, patadas y demás daños de este estilo hasta el robo de objetos personales y la destrucción de sus pertenencias, como su mochila o uniforme. No obstante, no se debe confundir el concepto de acoso escolar o bullying y atribuir el nombre de un problema multifactorial a sucesos fortuitos propios del contexto protagonizado por niños y adolescentes.


“Según los casos que hemos atendido en la UGEL, dentro de los motivos por los que los casos de bullying aumentaron, primero está el desconocimiento de los padres de familia, quienes no comprenden lo que es el bullying. Muchos casos han sido cerrados al momento. Un claro ejemplo son los casos sucedidos en las olimpiadas escolares que se llevan a cabo aproximadamente a mitad del año. Por el tema del campeonato, la adrenalina y todo lo que conlleva, los niños se golpean o protagonizan un conflicto en general. En consecuencia, los padres dicen “mi hijo ha sido maltratado” y lo consideran como bullying, pero no lo es, es un caso fortuito del momento. Para eso nosotros hacemos talleres de sensibilización y capacitaciones sobre qué es el bullying en realidad. Por otra parte, las redes sociales también han hecho que se visibilicen  mucho más los casos de bullying, por eso los padres se dan cuenta y reportan más. Si bien muy posiblemente existe una gran cantidad de casos de bullying que no son reportados, también existen muchos otros que son erróneamente reportados como bullying”, declaró Fátima Tumialan, funcionaria pública de la Unidad de Gestión Educativa Local (UGEL) de Puno.


Otro tipo de acoso mencionado por la especialista de salud mental, fue la agresión verbal, la cual es más fácil de identificar, ya que incluye comportamientos como insultos directos, burlas, comentarios despectivos y la propagación de rumores falsos. Estos actos de comunicación hostil tienen la intención de menospreciar, humillar o herir emocionalmente a la víctima y, aunque no deja marcas físicas visibles, puede ser igual de dañino. Asimismo, otra variación que ha cobrado fuerza en la actualidad, es el cyberbullying, del cual también comentó la funcionaria. Coincidieron ambas en que esta representa un potencial peligro, ya que se extiende a través dispositivos tecnológicos y medios digitales, amplificando el alcance y la gravedad de las agresiones. Como resultado, el bienestar emocional de las víctimas se ve exacerbado. 


En última instancia, se encontró un tipo de violencia más específico y frecuente, pero silencioso: La violencia del tipo social. En esta no hay agresión física ni verbal. Un ejemplo se da cuando los agresores, por acuerdo mutuo, deciden aislar a la víctima, ya sea de una fiesta o un evento, todo con el objetivo de hacer sentir excluido a la víctima.


“Las diferencias en raza, religión, etnia, y sexualidad no deben verse como puntos de vulnerabilidad en el bullying, sino como parte de la diversidad natural que debe ser aceptada y educada. La baja autoestima, problemas familiares y falta de habilidades para defenderse pueden aumentar la probabilidad de ser víctima de bullying.” declaró la psicoanalista.


Entre algunos de los principales factores que pueden explican que una persona pase a ser víctima de acoso escolar se encuentran: La baja autoestima, problemas familiares y la falta de habilidades para defenderse; por ello, es importante reeducar a los agresores y no solo verlos como infractores, sino como niños o jóvenes que también requieren de la intervención profesional y familiar para evaluar el por qué y cómo modificar su comportamiento. Esto se debe a que la falta de educación ciudadana, la cual se refleja en las relaciones interpersonales que carecen de respeto mutuo en el entorno escolar, es un factor que contribuye a que un estudiante se convierta en agresor. 


Por otra parte, las consecuencias del acoso escolar son profundas e indescifrables y afectan a las víctimas tanto a corto como a largo plazo. En el corto plazo, el acoso puede llevar a la aparición de síntomas de ansiedad y depresión, trastornos del sueño, disminución del rendimiento escolar y una notable baja en la autoestima. Estos efectos se manifiestan a través del comportamiento como, por ejemplo, aislamiento social, irritabilidad, cambios en el apetito y pérdida de interés en actividades que antes disfrutaban. 


A largo plazo, los efectos del acoso escolar pueden ser aún más severos. Las víctimas pueden experimentar problemas de salud mental persistentes, como trastornos de ansiedad y depresión crónica. Además, pueden desarrollar problemas de confianza y dificultades en las relaciones interpersonales, lo que puede afectar su capacidad para formar y mantener relaciones saludables en el futuro. Además, si la baja autoestima no se aborda, puede limitar su desarrollo personal y profesional, imposibilitando que la persona pueda alcanzar su mejor versión


Bajo este contexto, la escuela juega un papel fundamental en la intervención del acoso escolar, debe brindar apoyo psicológico, reeducación y fomentar la participación de los compañeros como aliados en la prevención. A veces, estas situaciones de agresión o de bullying no se dan dentro del colegio, sino que se dan fuera. Ese contexto es complicado para los colegios, ya que, aunque lo sucedido fuera no les corresponde como tal, el malestar que provoca termina por replicarse dentro. Ademàs, por tratarse de menores de edad y por la Ley de Protección de Datos Personales y el Interés Superior del Niño, los colegios deben trabajar los casos con cautela y cierta confidencialidad.


Del mismo modo, es de vital importancia brindar apoyo al agresor como a su entorno familiar y escolar para abordar conductas inapropiadas y fomentar un ambiente de respeto mutuo y amistad. La regulación y educación del agresor deben realizarse de manera no violenta y con el acompañamiento constante de la escuela.


Las medidas de intervención en las escuelas incluyen la tutoría, la observación de los espacios escolares y un portal de denuncia para prevenir y abordar situaciones de violencia entre los estudiantes. Los padres no son los únicos responsables de proteger a sus hijos, las autoridades y la comunidad también deben intervenir y tomar medidas más allá de la escuela.


De hecho, en respuesta a este problema que lleva atormentando al sector educativo desde sus inicios, se creó el El Sistema de Seguimiento y Atención de Casos de Violencia Escolar (SíseVe), plataforma virtual implementada por el MINEDU para reportar, monitorear y atender casos de violencia escolar en las instituciones educativas de todo el país sean del tipo que sean, públicas, privadas, religiosas, mixtas o hasta monogéneras. Desde su creación, el portal SíseVe ha traído mayor visibilidad al alcance que tiene el acoso escolar . Respecto a las cifras reveladas por el portal acerca del último año, 12.574 estudiantes de inicial, primaria y secundaria sufrieron algún tipo de agresión por parte de sus compañeros.


La periodista Rocío Romero, en su artículo para Salud con lupa, pone de manifiesto la cruda realidad. Golpes, insultos, tocamientos indebidos y acoso son solo algunas de las formas que adopta la violencia escolar, dejando profundas huellas en las víctimas.


Las estadísticas del SíseVe dibujan un panorama desolador. En 2023, el número de casos reportados se disparó en un 60% en comparación con el año anterior. De las víctimas, el 59,2% son mujeres, mientras que el 40,8% son hombres.


Si bien el Ministerio de Educación (MINEDU) registra más de 20.000 denuncias por acoso escolar entre 2023 y 2024, un análisis profundo hecho por el equipo de redacción revela una brecha alarmante entre los niveles educativos de primaria y secundaria, y una sombra aún más oscura: el abuso docente-estudiante.


Las cifras oficiales del MINEDU indican que, de las denuncias presentadas, el 68% se concentra en el nivel secundario, mientras que solo el 32% corresponde a casos de primaria. Los datos sugieren que los estudiantes de secundaria son más propensos a experimentar o presenciar acoso escolar.


Pero la violencia no solo se produce entre pares. Las denuncias por abuso docente-estudiante representan una porción significativa del total, con 8.067 casos registrados entre 2023 y 2024. Esta realidad arroja luz sobre otro problema que cohíbe al sistema educativo peruano y exige un replanteamiento urgente de la formación y el acompañamiento docente.


Cambiando el enfoque del procesamiento de la data correspondiente al 2023 y 2024, se pudo descubrir que los estudiantes de secundaria son más propensos a sufrir agresiones físicas, psicológicas y sexuales en comparación con sus pares de primaria.


En el caso de la violencia física, el nivel secundario presenta un 32% más de casos que la primaria, con 5143 agresiones frente a las 7825 totales registradas. Esta tendencia se repite en la violencia psicológica, donde el 72% de los casos se concentran en secundaria, con 3953 reportes frente a los 1560 en primaria.


La violencia sexual, la forma más extrema de acoso escolar, también tiene mayor prevalencia en secundaria. El 66% de las agresiones sexuales se producen en este nivel educativo, con 1343 casos registrados, mientras que en primaria se reportan 677.


Gráfico sobre el porcentaje de casos reportados por nivel educativo según tipo de acoso escolar entre 2023 y 2024 I Autor: Equipo de redacción, 2024


La data numérica extraída por la base de datos pública del SíseVe, indican que el acoso físico es el tipo de acoso más reportado en todos los niveles educativos. En primaria, representa el 55% de los casos, seguido del acoso psicológico (32%) y el acoso sexual (14%). En secundaria, el acoso físico sigue siendo el más común (49%), pero la brecha con el acoso psicológico se acorta (38%), mientras que el acoso sexual se mantiene en 13%.


Gráfico sobre el porcentaje de casos reportados por tipo de acoso escolar según nivel educativo entre 2023 y 2024 I Autor: Equipo de redacción, 2024.


Estas cifras sugieren que, si bien el acoso físico es el tipo de agresión más frecuente en las escuelas peruanas, su prevalencia relativa varía según el nivel educativo. En primaria, el acoso físico es claramente dominante, mientras que en secundaria el acoso psicológico cobra mayor relevancia.


“El caso mediático del niño fallecido bajo la jurisdicción de Puno fue un revuelo en su momento. Generó repercusiones legales y mediáticas no sólo a nivel regional, sino a nivel nacional, resaltando la necesidad de un seguimiento adecuado.”, afirmó Fátima Tumialan.


En respuesta a estos reportes de casos críticos y cifras preocupantes, el gobierno ha implementado una serie de acciones y estrategias para abordar esta problemática de manera integral. Estas acciones están enmarcadas en el Decreto Supremo 004-2018 y se enfocan en tres líneas principales: promoción, prevención y atención de casos de violencia.


Para mayor conocimiento de los lineamientos establecidos por las entidades públicas correspondientes, se consultó directamente con la especialista Fátima Tumialan. Según la entrevistada, cada institución educativa, de acuerdo a la ley, cuenta con la presencia imperativa de un Comité de Gestión de Bienestar, que incluye a un Responsable de Convivencia Escolar. Este comité trabaja en estrecha colaboración con la comunidad educativa para desarrollar planes de trabajo y estrategias que promuevan un ambiente seguro y saludable para los estudiantes. 


Esta disposición se hace presente no necesariamente en la explícita forma que la ley dispone para los colegios, ya que este Comité puede presentarse con distintos nombres, pero cumpliendo el mismo rol. Un ejemplo de ello, es la adopción alternativa de un plan de acción basado en un protocolo manejado por un área concreta, como la de Tutoría y Orientación Educativa (TOE) ejecutado por la coordinadora de turno. Según el protocolo del TOE en algunos colegios, si se trata de un caso de bullying o acoso escolar detectado y comprobado con evidencia, se pone en marcha el plan de acción decidido por el área encargada y las autoridades educativas. En ese caso, tanto tutores como docentes tienen como parte de su labor el poder de derivar estos casos al personal especialista y colaborar en el proceso con lo necesario.


Siguiendo dicho protocolo, se hace el llamado a los padres de familia para abordar el tema y se proporciona un espacio para la conversación con todos los implicados con el fin de llegar a un acuerdo y compromiso por ambas partes. Dicho consenso es protagonizado exclusivamente por el compromiso del cambio de actitud y de mejora continua, ya que las nuevas leyes no permiten la expulsión, suspensión o ejecución de alguna acción que vulnere el derecho a la educación de los estudiantes implicados.


En la lucha por erradicar el acoso escolar, el gobierno peruano, por su parte, da un paso firme y concreto con la implementación de la Resolución Viceministerial 005-2021. Este documento, elaborado por el MINEDU, establece lineamientos y planes de acción para fortalecer la gestión de la convivencia escolar a nivel nacional.


Esta Resolución no es solo un conjunto de normas, sino una hoja de ruta integral y sistemática para abordar el acoso escolar desde una perspectiva multidimensional, cuyos lineamientos abarcan seis dimensiones clave, lo que permite un abordaje integral y formativo de la violencia escolar. 


El proceso de atención integral se realiza a través de la plataforma SISEVE, que permite el reporte, seguimiento y derivación de los casos de violencia a las autoridades correspondientes, como el Ministerio Público y la Fiscalía de Familia. Este enfoque formativo asegura que se brinde apoyo tanto a las víctimas como a los agresores, promoviendo la reintegración y el bienestar de todos los estudiantes involucrados.


Para asegurar la efectividad de estas medidas, se realiza un monitoreo y acompañamiento continuo por parte de los especialistas en convivencia escolar, quienes también brindan asistencia técnica a padres, docentes y directores. Esto incluye talleres de sensibilización y capacitación sobre qué es el bullying, cómo identificarlo y qué acciones tomar para prevenir y atender los casos de violencia escolar. Continuando con la última idea, el gobierno ha desarrollado programas educativos específicos que se centran en la educación emocional y social de los estudiantes. Estos programas enseñan habilidades como la empatía, la resolución de conflictos y el manejo de emociones, con el objetivo de prevenir el bullying desde una etapa temprana.


Para combatir el bullying una vez detectado, los docentes deben estar capacitados para sobrellevar la situación de la mejor manera, para esto el gobierno ofrece formación continua a los docentes sobre cómo identificar, prevenir y manejar casos de bullying. Esta capacitación incluye estrategias prácticas para intervenir de manera efectiva y apoyar tanto a las víctimas como a los agresores. Además, se han establecido líneas de ayuda y asesoramiento gratuitas donde los estudiantes y sus familias pueden recibir apoyo y orientación sobre cómo manejar situaciones de bullying.


No obstante, pese a las disposiciones, el Estado Peruano refleja otra historia e intereses a través de sus más recientes acciones. Las cifras son reveladoras. Menos del 0,01% del presupuesto total asignado al sector de Educación se destina a acciones específicas de prevención y atención del bullying/acoso escolar. Esta cifra representa una inversión mínima e insuficiente para abordar un problema de tal magnitud.


Esta drástica reducción en la asignación de recursos por parte del Estado, casi 90% menor que lo destinado en el año 2021, refleja una preocupante baja priorización para enfrentar un problema que sigue creciendo en las escuelas peruanas.


Esta falta de recursos financieros limita severamente la implementación de los programas efectivos para prevenir el acoso escolar. La creación de campañas de sensibilización, la capacitación docente especializada, la atención psicológica y social a víctimas y agresores, y la implementación de medidas para fomentar entornos escolares seguros e inclusivos requieren de una inversión significativa que, a día de hoy, no se ha concretado adecuadamente.


En definitiva, de acuerdo a los datos, cifras y testimonios de valor, erradicar el acoso escolar requiere un compromiso real y sostenido por parte de todos los actores involucrados: el Estado, las instituciones educativas, las familias y la sociedad en su conjunto. Asignar recursos de manera efectiva, fortalecer la formación docente, implementar programas de educación emocional y social, y fomentar una cultura de respeto y tolerancia son acciones esenciales para construir un futuro libre de acoso escolar. Solo será posible hacer frente a la raíz raíz al problema y garantizar que todos los estudiantes tengan acceso a una educación segura, sana y de calidad.







Comentarios

Entradas populares de este blog

Más que un uniforme. El valor del coronel Mario Cuadros

Un siglo de historia y glamour en el corazón de lima